lunes, 14 de mayo de 2007

LA SALIDA VITAL

Promocional de la Pelìcula "Morirse en domingo"



Siempre me pareció compulsivamente absurda y angustiante la prisa. De hecho, mi temperamento es lento y pausado, por eso me tomo mi tiempo para todo: mis citas de trabajo y sociales se caracterizan por estar planeadas. Otro aspecto que también cuido es la puntualidad. Por eso, cuando aquél ente se apareció en aquella pantalla de plasma en el salón del diplomado del PART, anunciándonos que sólo contábamos con unas cuantas horas porque nuestro fin llegaba a las 22:31 horas de esa noche del sábado, nuestra primera reacción fue de estupor.

La sensación inicial de contar con 8 horas y media de vida, hicieron que mi indeciso y nervioso carácter afectara hasta lo más profundo mi estado de ánimo, por tener que decidir cómo pasar las últimas horas de mi existencia. Sin embargo, antes de “tirarme al drama o morderme las uñas”, precisamente por mi planteamiento inicial de que la vida la he pasado con una cierta velocidad que me incomoda[1], decidí que esas pocas horas no las iba a planificar bajo una agenda previa y que, pasara lo que pasara, tomaría los subsiguientes minutos en esa fracción del “ahora” que nace en cada uno de ellos.

Así que una vez que salí del aula, decidí mirar las cosas con una lupa para no perder detalle de la gente que me hablaba, de sus facciones o de lo que yo retroalimentaba con mi contestación. Ya en casa, comenté que esa noche iba a morir y mamá me dijo que no le mencionara eso ¡ni de broma! La cosa es que más tarde, aproveché que estaba hablando distraída y en forma espontánea se me ocurrió darle un beso en la mejilla, correspondiéndome con su cariñosa sonrisa. Ya en la mesa, a mi diestra se encuentra sentado papá, en un momento dado aprovecho la coyuntura y le tomo su mano apretándosela suavemente, en ese lenguaje callado que mantengo con él desde niña, y él me corresponde con otro apachurrón. Quise aprovechar este acercamiento y de pronto le lancé esta pregunta: “¿A ti qué te enamoró de mamá?” Y contestó: “de ella, todo. Pero después sacó su verdadero carácter” dijo en broma, pues ya llevan más de 63 años de conocerse (desde la adolescencia). Al cuestionarle lo mismo a mamá, me dijo: “su forma de ser, que siempre fue muy atento y romántico”. Terminamos de comer todos los de casa y como seguía tocando el estéreo que encendí, de pronto me sorprendí bailando la canción de Jack The Knife del grupo Westlife. No sé por qué, pero me sonreí para mis adentros al descubrir que me dejé llevar por ese instante de placer sencillo.

Luego, mi hermana me dijo que después del Tedeum que le iban a hacer a Elsy por sus quince años, como no se le haría nada más, me invitaba al cine con unas amigas de ella a ver la película mexicana “Kilómetro 31” (que por cierto es una mezcla entre la leyenda de La Llorona y otro cuento mexicano de fantasmas). Curiosamente, he de añadir que se dio una sincronía perfecta con los promos de la película Morirse en Domingo, que se anunciaba en las palomitas de maíz que compramos, ya que se aluden citas de Woody Allen: “No Es que tenga miedo a morirme, es tan sólo que no quiero estar ahí cuando suceda”, Morrison: “Vive rápido, muere rápido y deja un cadáver preentable”, y García Márquez: “Uno no se muere cuando debe, sino cuando puede”, epitafios respecto a la muerte curiosamente el día que voy al cine a morirme.

La misa era a las 19:00 horas y mientras llegaba el momento, me puse a leer uno de los 3 libros que trato de leer simultáneamente y que compré recientemente. Una vez adelantada mi lectura (¿adelantada, para qué? Si al rato moriría), me di cuenta que es una de las cosas que más me gusta hacer, por ello, fue una buena inversión de tiempo.

Me retoqué el maquillaje y el peinado y salí junto a mi familia a la antigua capilla de la Ex Hacienda de Santa Mónica, en Tlalnepantla, Estado de México. Este sitio –como un flashazo– me trae a la memoria que fue uno de los primeros reportajes que hice cuando estudié en la Universidad y más adelante, en la vida profesional, cuando realicé un proyecto de investigación histórica sobre el Cuadrilátero del Casco de la Ex Hacienda de Santo Tomás, ambos inmuebles del siglo XVI. Paso revista a los cuadros antiguos y oscuros mientras nos introducimos a la capilla. Elsy luce bellísima y, todos estamos contentos por ella, por lo que comulgo esa noche después de mucho tiempo de no hacerlo y me siento en paz. El sermón que el sacerdote le dirige a la niña es muy emotivo y trata sobre el agradecimiento, tema toral en los últimos años de mi vida[2], cuando me percato que como Elsy, he sido muy afortunada por haber nacido en la familia en que crecí, con los medios y circunstancias que me han rodeado. Agradezco en este instante por mi buena suerte y me doy cuenta que ésta también fue una hora bien empleada, pues me acercó a algunas de las cosas que más amo: la historia antigua de México y mi comunión con Dios y mi espiritualidad.

Nos despedimos de la quinceañera y su familia y regresamos a casa a dejar a mamá. Al poco rato viene Catalina, socia y amiga de Ary mi hermana, y pasamos por Laura, hermana de Catalina, quien acaba de regresar de su doctorado en arquitectura en España. En el ínter que llegamos a Plaza Satélite, les comento de mi próxima muerte y sucesiva resurrección, a lo que dicen que después de ésta, para celebrar mi nueva vida, iremos al “FRIDAY´S”. Yo me dejo querer y acepto el trato. Ya en Plaza, hacemos una antesala para esperar a que empiece la película, y Laura nos comenta sus vivencias en Madrid. Cumplido el término del horario en que empieza la película, me dice Ary que cronometrará su palm para avisarme cuando sean las 10:31 pm

Laura no deja de hablarme, pues hacemos buena química, tanta, que quiere que le revise su tesis antes de llevarla a la Complutense en abril. Consciente de que tantas distracciones me impiden realizar el ejercicio a carta cabal (checar el reloj a cada momento, las preguntas en forma de iniciales que se me borran y que por la penumbra de la sala casi son invisibles), trato de recordar algunas de las categorías. Los estímulos externos son muy fuertes y sin embargo, cuando Ary me avisa que faltan 5 minutos para que la alarma indique el fin del plazo señalado, siento un vuelco en el corazón y después de esta sensación me regresa la calma. Cierro los ojos y me percibo en profunda quietud, tanta, que hasta parece una frontera invisible entre la muerte y el nuevo alumbramiento, pues la atmósfera silente de la sala cinematográfica, de pronto se me imagina un enorme útero que me contiene. Y oigo un zumbido a la vez que percibo una luz muy fuerte aún con los párpados cerrados y me figuro traspasar ese umbral misterioso de nuestra existencia. Cuando abro los ojos, una luz cegadora se mantiene en intensidad y al volverse de clara a azulosa, alcanzó a ver que se recorta la silueta de un niño encuclillas sentado al pié de un frondoso manzano, del cual arranca una manzana dorada. Más allá del significado de la marca comercial de la empresa productora del estudio cinematográfico, el simbolismo que interpreto es el de la inocencia que toma un fruto tan valioso como el oro y es arrancado del Árbol de la Sabiduría, que fue el mismo que se atrevieron a probar nuestros primeros padres. Y con tan buen augurio, empieza mi nueva vida, que interpreto como las nuevas generaciones de seres humanos que deseamos reiniciar la Historia Humana, valorando la naturaleza (en donde nos incluimos como otra más de las especies que la habitan) y la inteligencia que tendremos que aplicar para saber tratarla correctamente (sin egoísmos ni maldad).

Laura insiste en distraerme con su plática y me dice que el director de film se ha de haber divertido como enano pensando en cómo iba a impresionar al público con su thriller, a lo que le contesto que sí, pero que lo absurdo es que la gente pague para que la mortifiquen asustándola, es decir, atemorizándola para su “entretenimiento” (¡qué paradoja!). Salimos del cine y nos dirigimos al establecimiento acordado. Pedimos al centro algo ligero y nuestras bebidas. Catalina habla de temas metafísicos y pasamos una noche divertida hasta las 2 de la mañana, hora en que nos despedimos, aunque Ary y yo seguimos la plática hasta cerca de las 4:00 a.m. Al final, el balance que hago es bueno, morí y nací con plena consciencia, y la transición fue emocionante aunque sólo hubo un momento de angustia, por lo que en este contexto, puedo contestar las siguientes preguntas:

EN FUNCIÓN DEL FENÓMENO DE LA CONSCIENCIA ANTE LA PROPIA MUERTE Y RESURRECIÓN, ¿CÓMO APARECEN LAS CAUSAS (origen= la muerte), CONDICIONES (situación/ condiciones= temporalidad de la realidad: se vivió la vida minuto a minuto) Y CIRCUNSTANCIAS (caso, hecho= 15 años, cine, celebración)?:

1. ¿ESTABLE O INESTABLE? *Como ya expliqué, fue generalmente un día estable, con algunos momentos de inestabilidad (la indecisión inicial y el vuelco al corazón al aproximarse la muerte).
2. ¿PERMANENTE O IMPERMANENTE? * El estado de la inconsciencia fue permanente por tantos estímulos que me impidieron involucrarme en la experiencia más vivamente. Sin embargo, hubo momentos de impermanencia que me permitieron elegir mi grado de libertad para concederme sentir mi propia muerte.

3. ¿SÓLIDO O COMPUESTO POR PARTES/ UNITARIO O FRAGMENTADO? * Considero que este fenómeno de la consciencia lo viví de manera unitaria, aunque hubo uno o dos casos fragmentados sobre las ideas que tuve y las asocié a otra durante mi convivencia con las personas y lugares, lo que también se dio eventualmente (monumentos históricos, simbolismo de la marca de la casa productora, por ejemplo).

4. ¿AUTÓNOMO O DEPENDIENTE? * Definitivamente, dependiente.

5. ¿TIENE IDENTIDAD INTRÍNSECA? * Sí, así la percibí.

6. ¿AGRADABLE O DESAGRADABLE? * Todo el tiempo fue agradable.

7. ¿ME PERTENECE? * Podría decir que sí pero, a veces percibo que repito ideas de otros, aunque también tengo impresiones propias que me vienen a la mente o consciencia.

8. ¿SOY YO? * Cuando logro contactarme conmigo misma, más allá de mí, sí. Por ejemplo, cuando guardé silencio en el cine y tuve espacio para mí.

9. CONCLUSIÓN: EL VACÍO, ¿EXISTE COMO APARECE? * El vacío que por breves minutos “sentí” fue cuando morí y renací, es decir, esa frontera que me dio la impresión de estar y no estar al mismo tiempo, como “suspendida” y me dio una sensación de quietud agradable, pues aún sola me sentí acompañada por alguien. En síntesis, fue una experiencia enriquecedora en muchos sentidos.
[1] De hecho, percibo que desde 1999, los años corren con insólita velocidad y el tiempo se diluye de manera increíble, apenas celebramos el año nuevo y ya estamos festejando la próxima navidad en pocos meses. Los acontecimientos se viven y marcan por eventuales casos excepcionales.
[2] Pienso que el agradecimiento es la última instancia que tenemos los seres humanos para expresar nuestro mejor sentimiento de amor verdadero y que le da validez a nuestros afectos más profundos y sinceros.

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