jueves, 28 de junio de 2007

: 10 CASOS DE OBJETIVOS DE COMUNICACIÓN PERSONAL (fallidos o asertivos).

La palm nuestra de cada día
OBJETIVOS DE COMUNICACIÓN PERSONAL[1]

[1] ADVERTENCIA: Las historias son verídicas pero los nombres de los personajes se cambiaron para mantener en el anonimato su identidad y proteger su privacidad.
CASO 1: LA PARADOJA DE LOS COMUNICADORES.
Hace muchos años, conocí en la Universidad a un joven gallego de nombre Alfonso Cortés Altamirano. Él iba una generación arriba de la mía y, era un líder muy carismático y extrovertido con muchas admiradoras, todo lo contrario a mí, quien siempre fui una tímida sociable, que con el tiempo logré superar este aspecto tan acentuado de mi personalidad de aquella época. Siempre sentí que existió una atracción muy grande entre los dos, pero mi enorme introversión me impidió acercarme a él como hubiera querido, de modo que no sé de qué manera, empezamos a comunicarnos a través de canciones y mensajes no verbales.
Pasó el tiempo y, un día, me decidí a tomar la iniciativa y lo invité a una fiesta a la cual no acudió. Mi decepción y tristeza hicieron que me alejara de él y empecé a cuestionarme si de verdad lo que decía sentir por él era cierto, además, su falta de acercamiento directo me dieron la pauta para pensar que yo estaba imaginando cosas (estaba rompiendo mi propio sistema de comunicación con él); mis amigos y familiares decían que sólo me estaba figurando fantasías, es decir, platonismos, pero yo veía un doble discurso: el que dábamos a los otros y el que sólo él y yo teníamos acceso. La lectura de libros como Diario de un seductor de Kierkegärd, dieron la puntilla a mi confusión, pues el libro relataba que el personaje principal les robaba la esencia a sus ingenuas enamoradas para luego botarlas con indiferencia. Lo curioso es que aunque los dos “intentamos” “hablar” de esta circunstancia, yo sólo veía imágenes que sólo me hacían reforzar su interés en mí a un nivel de secresía que a mí me incomodaba y que quería romper en ésta o cualquier relación futura. Inquieta y desesperada por esta situación, decidí – contraviniendo a mi educación tradicionalista de que las mujeres no se insinúan a los hombres – armarme de valor y le pedí a una amiga que le hablara de mis sentimientos a él, cuestión que le mortificó y prometió hablar conmigo para aclarar situaciones, pero este salto de lo privado a lo público nunca se dio.
A estas alturas del partido, ya sabía que cualquiera que fuera su respuesta, yo iba a estar en paz conmigo misma, pues había hecho lo que estaba de mi parte. Por eso, cuando recibí la noticia de que al mismo tiempo que me titulaba él se casó, reconozco que me dolió pero también percibí que había logrado una victoria pírrica, ya que, lo perdí pero también gané, porque − como escribí −, me había quedado sola, sí “pero conmigo” con más respeto, fuerza y autoestima propias.
Por tanto, mi objetivo personal de comunicación lo cumplí, pese a que no obtuve el resultado esperado.

CASO 2: LA FIESTA INOLVIDABLE.
Me invitaron a una fiesta donde el dueño hizo gala de su carisma y don de gente. El caso es que fui la primera en llegar y la última en irme – aunque de modo involuntario pues nunca llegaron por mí, ya que no manejo –. Mi objetivo personal de comunicación era conocer al festejado pero, sólo tuve oportunidad de intercambiar con él media hora de plática muy vaga, pues las circunstancias no se prestaron. Además, existía la posibilidad de checar el dato de una experiencia nueva, pues era una fiesta temática cuyo sugestivo titulo traducido del inglés era de Prostitutas y Padrotes. Pero el objetivo de comunicación temático no se efectuó, pues la mayoría de los invitados (80%) no cumplieron con el requisito de ir disfrazados como requería la invitación y los que agarramos la onda fuimos la minoría (20%). Además, faltó dinamismo a la interacción por parte de anfitriones e invitados, pues no existió un “programa” o plan que organizara el evento, por ejemplo: me percaté que a la fiesta le faltó más creatividad y, de acuerdo a mis recursos, comprobé que se pudieron organizar más cosas, ya que la idea era original aunque alocada (como era la promesa básica inicial de la invitación en relación al concurso de disfraces y su respectivo premio al ganador y que tampoco se cumplió). Siendo sutiles, yo hubiera desarrollado una dinámica de interacción comunicacional más personal para que la gente se conociera, haciendo una especie de “Víbora de la Mar” en la que todos tuvieran su nombre y características escritas pegadas en la ropa para empezar a conocernos y romper el hielo; después, propondría el juego de la botella, o concursos de interpretar con el Karaoke canciones “sexis” de acuerdo a la temática de la fiesta, o más bien románticas para enamorar a la pareja; y como se trataba de una fiesta de esa naturaleza, hubiera recreado el Salón de Aventurera y haría que las parejas bailaran y los hombres pagaran por sacar a las mujeres (o viceversa). ¡En fin! Que le faltó gracia y sabor (de ahí viene la palabra “saber”) a la fiesta y a la propia concurrencia.
Días después, leyendo el libro de Autoestima con PNL y Desarrollo Humano, tuve la capacidad de ver con otra perspectiva lo que pasó en la fiesta y cómo tomar las cosas sin que me afectaran por haber sido robada y quedarme sin chofer (de por sí, esa noche ya había hecho mi resilencia), pues comprendí que todos somos un proceso en constante evolución y no un producto acabado, por lo cual me sentí bien de haber aplicado estas técnicas. Pude ser más benévola con todos – incluyéndome a mí misma – y flexibilizar más mi opinión al respecto de todo. Incluso, al verlo desde este punto de vista, entendí mejor las dos cosas que más me molestaron (por que lo de Moy –el chofer – lo procesé, aunque él sí se disculpó): 1. La falta de educación de mi anfitrión. Haciendo empatía con él, pude ver que quería divertirse y se “fue” con la corriente de la gente que le llevó a seguirla a otro lugar, pues eso era lo que deseaba y no vió ni cuidó esos detalles de sutil etiqueta y cortesía social al no despedirse. 2. El robo. La pérdida, que sólo fueron cosas que se pudieron recuperar; y que nunca jamás vuelvo a soltar mi bolsa en ningún lugar y con ningún tipo de gente.
Por lo anterior, no cumplí (o parcialmente) mi objetivo personal de comunicación y creo que también mis anfitriones en cuanto a su organización.

CASO 3: NIÑA CON AROMA DE MUJER ABUSIVA.
Iba en cuarto año de primaria, cuando mi mamá me regaló un frasquito de Chanel del tipo Tester. Al día siguiente lo llevé a enseñar a mis amiguitas, a quienes les gustó la miniatura y el delicado aroma del perfume. Después, llegó el recreo y me olvidé del detalle, pero cuando reanudamos la clase me percaté que ya no lo tenía. Mi intuición me hizo percibir que Laura, una niña que apenas si me hablaba, estaba muy nerviosa y eventualmente me veía de soslayo.
Llegó la hora de la salida y cuando nos formábamos para esperar el autobús escolar, le expliqué lo que había pasado y que me mortificaba mucho pero quería revisar su mochila. Ella, entre indignada y alterada, abrió de sopetón la bolsa y con movimientos torpes, a manera de un viejo cinematógrafo, repasó los cuadernos y libros. De pronto, como un flashazo ví el Chanel. ¡Ahí está! – le dije –. Metí la mano al fondo de sus pertenencias y saqué la mía. Ya nada le reproché, su propio rubor y vergüenza me hicieron saber que ambas recibimos una misma lección con diferente polaridad respectiva.
De este modo, mi objetivo personal de comunicación considero que fue efectivo.

CASO 4: LA TESIS EN DISPUTA.
Cuando aceptamos realizar la tesis en conjunto mi amiga Betty y yo, nuestro asesor Julio Perales, nos convenció de incluir a Malena Flores Rebollo − quien iba una generación arriba de la nuestra − lo que supuestamente nos ahorraría esfuerzo. Al poco tiempo, ella se casó y no dedicaba espacio para la investigación y sólo nos daba largas respecto a las labores que le encomendábamos. Quisimos darla de baja pero, las autoridades académicas dijeron que al hacerlo, tendríamos que reiniciar un nuevo proyecto y echar a perder lo ya avanzado. Muy a nuestro pesar, tuvimos que aguantar este tren de vida. Sin embargo, hubo una coyuntura de no reconocerla, ya que se perdió en Servicios Escolares la inscripción del proyecto, y confieso que estuvimos tentadas a reinscribirnos sin ella, pero tuvimos escrúpulos por su escasa colaboración y la dejamos.
A más de un año de vivir este calvario, nos cambiaron de asesor por darse de baja de la escuela, quedando en su lugar Ana María Menéndez. Dado que se hacía un examen previo a la tesis, Malena no tenía el borrador completo y fue a robárselo a Betty a su oficina. En el previo, tuvimos que contestar las preguntas que Malena por ignorancia y desconocimiento no respondía, pues el pase al examen profesional individual también estaba en juego. Al final aprobamos y por sugerencia de nuestro primer asesor, inscribimos la tesis en el concurso anual de tesis que organiza la CANACO-de la Ciudad de México, y corrimos con tan buena suerte, que ganó el primer lugar de aquella edición. Al enterarse Malena, exigió el reconocimiento por su intervención. Fuimos a Derechos de Autor a registrar la tesis –cosa inédita en aquél entonces – por lo que Malena nos mandó una requisición para acudir a una Junta de Avenencia en dicha oficina autoral.
La junta causó conmoción y varios abogados acudieron a escuchar el caso. Para nuestra sorpresa, Malena fue representada por la doctora en Derechos de Autor, Angelina Cué. La especialista defendió muy bien a su cliente pero, nosotras (simples pasantes), además de argumentar los hechos ya descritos, rematamos con el testimonio por escrito de Ana María, quien como directora de tesis, le otorgaba un 12% de participación. Eso fue la puntilla para cerrar el caso y deliberar que Mónica debía pagar por que se le reconociera ese porcentaje y no más como pretendía. Cuando salimos de la oficina, nos dio alcance Malena y nos dijo en tono burlón: “Después de esto, nos seguimos con la Maestría”. Entonces, Betty, quien ya no aguantó la rabia por tanto cinismo de parte de Malena, le lanzó a la cara a ella y a su acompañante, que si se había titulado, era porque nosotras le habíamos regalado el título.
La conclusión de este caso es que, nuestro objetivo personal de comunicación se cumplió plenamente, pues aunque contamos con las armas para afectarla, conseguimos nuestra meta y premio. Además de saber que en el futuro, podríamos realizar cualquier investigación que se nos pidiera, pues aprendimos a hacerlo.

CASO 5: BOARING (O LA TIRANÍA Y OTROS TEMAS DE INJUSTICIA).
El martes 17 de junio del año 2003, fui agredida físicamente por la Lic. Marisol Bustamante Guerrero, mi jefa inmediata de aquél entonces. El acto tuvo lugar en la propia oficina principal de mi centro laboral, cuando la Lic. Bustamante me solicitó sacar 6 juegos de copias de unos oficios para ser entregados en la paquetería correspondiente; al ver que me entregaba más copias del mismo material y no quedarme claro a dónde corresponderían las copias restantes, ella se exasperó y me dijo que por qué no entendía, al tiempo que con el puño me golpeó en el antebrazo derecho, en el cual, me quedó un moretón que me dejó adolorida. Aclaro que a Bustamante, varias veces le oí decir a su interlocutor (cuando algo no le parecía) “Te voy a pegar”. Y en mi caso, pasó de las palabras a los hechos. Sorprendida por su actitud, me salí del sitio y en pleno pasillo me dio alcance, donde seguía dándome órdenes. Me paré en seco y le reclamé su agresión, la cual reconoció sin agregar nada. Avisé a mi sindicato de lo ocurrido y tomando cartas en el asunto, solicitó mi cambio de área, cosa que tardó casi un mes y medio (pues se atravesaron las vacaciones de verano). En ese ínter, me enteré que Bustamante había levantado una denuncia por Difamación de Honor en mi contra, misma que tuve que replicar, al contra demandar por Agresión Laboral (posteriormente supe que se le denomina Boaring [1] [Tiranía], cuando una mujer es agredida por otra de mayor jerarquía).
Al poco tiempo, Bustamante quiso implicar a la autoridad de mayor nivel, el Ing. Avellaneda, persona a quien yo consideraba imparcial pero que con el tiempo demostró no conducirse con ética y estar inclinado por Bustamante que a la sazón, era su secretaria particular, además de coordinadora de mi área. Al entrar en juego dos compañeras de trabajo que en principio fueron testigos de la agresión y que posteriormente se desmarcaron, el Ing. Avellaneda tomó como cierto su dicho y las veces que apelé a su respaldo, aseguró que lo mío eran “mentiritas”. Al cabo, me asesoré por el abogado general de la organización, además del sindicato, mismos que con la revisión que me hizo el médico legista del ministerio público, daban por ganado mi caso. Yo, que jamás me ví envuelta en semejantes vericuetos, tuve que pasar por estas gestiones tan penosas y que finalmente, al no ratificar su demanda, (pues le explicaron a Bustamante que al haber lesiones, ella llevaba la peor parte, pues involucraría una serie de perjuicios para ella, además que por la vía civil podría demandarle una fuerte suma monetaria), yo procedí de igual manera, dejando las cosas por la paz, al haber obtenido mi cambio de adscripción, donde se me abrían mejores expectativas de desarrollo.
La impresión final de esta experiencia y que me marcó de alguna manera positiva todo esto es que, tuve muchos objetivos de comunicación con varios de mis interlocutores y que en la mayoría de ellos los resolví asertivamente; creo firmemente que desde un inicio, fue un problema de incomunicación el que suscitó los hechos, que se fueron agravando y complicando conforme menos se tendía un puente efectivo de interacción. Acostumbrada a su despotismo y prepotencia, Bustamante no supo manejar el problema que inició y que del miedo pasó al radicalismo y angustia. En mi caso, sentí que tenía que resolver simultáneamente los problemas que se venían en cascada (física, legal, laboral y psicológicamente) pero que con asesoría efectiva e inteligencia emocional de mi parte, pude conservar la calma y enfrentar una situación única en mi vida.

CASO 6: LOS NOVIOS DE ANA.
Conozco a Ana desde los 10 u 11 años de edad y cuando llegamos a la adolescencia, mi amiga tenía mucho éxito con los chavos por lo que eventualmente platicábamos de sus noviazgos pero, en una ocasión se vió en la encrucijada de tener dos galanes simultáneamente. Conociéndola como la conocía, me percaté que no quería a ninguno de los dos y por vanidad femenina quería demostrarse a sí misma que podía atraerlos a ambos y jugar con ellos. Yo traté de disuadirla de que no lo hiciera pero no me escuchó. Se dio el caso de que durante una fiesta, se le juntaron los galanes y al saber ambos de la existencia de su respectivo rival de amores se liaron a golpes enfrente de su casa. Ana corrió a buscarme y a pedirme que calmara las cosas. Apuradamente salí en plan conciliador y entre otras amistades pudimos separarlos y Edgar, otro amigo, se llevó a uno y yo me quedé con el otro chico. Tratando de calmarlo y de no herir sus sentimientos, logré convencerlo de la confusión de mi amiga y de que le diera tiempo de tomar una decisión definitiva, le prometí que conversaría con ella y que pronto le llamaría Ana para aclarar las cosas. Él aceptó y se marchó.
Ana, bañada en llanto no paraba de agradecerme, pero yo seria le llamé la atención (pues ella no tenía un modelo de autoridad ni guía que le aconsejara) y pese a que somos de la misma edad, ella respetaba mi opinión. Le dije que además de la injusticia de hacer sufrir a esos dos muchachos y que no se valía, ella también estaba perdiendo con esa actitud, pues emocionalmente se estaba haciendo daño y debía definirse por alguno o si no los quería, enfrentarlo. Por toda respuesta me dijo que lo pensaría. Pasó el tiempo y yo la buscaba, pero me percataba que se negaba a mis llamadas. Comprendí entonces que, por más que quisiera a mi amiga, tenía que respetar su opinión y dejarla vivir con las consecuencias de sus actos. Acaté su voluntad y dejé de buscarla. Con el tiempo ella me volvió a llamar, seguimos tan amigas como siempre, platicándome de sus noviazgos – yo sin opinar ni poner juicios de valor en mis comentarios – y poco a poco volvió a confiarme de cómo había resuelto terminar con uno y quedarse con otro, para después también romper.
El desenlace de esta situación fue que ambas tuvimos un objetivo personal de comunicación aleccionador, pues aprendí a respetar la vida del “otro” y que sus ideas no tenían que ser la calca de las mías y Ana por su parte, cayó en la propia cuenta de que era por cariño a ella que le aconsejaba pero supo tomar experiencia en cabeza propia y resolver lo que más le convenía.

CASO 7: LA MEDIATECA DEL CIECAS (O EL FALLIDO INTENTO DE IMPLEMENTAR UNA MEMORIA DE LA UTE, Unidad de Televisión Educativa).
El Centro de Investigaciones Económicas y Sociales (CIECAS) del IPN, es el único centro del área de ciencias sociales a nivel postgrado, cuya plantilla de personal está conformado por especialistas multidisciplinarios. Solicité al Dr. Adip Sabag, director del centro, me diera oportunidad de transferirme a la subdirección de investigación, donde estaba enterada de que hacían actividades como la página web y un proyecto (posteriormente fallido) de crear su propia estación de radio y TV vía internet. Adip, periodista y psicólogo de profesión, aceptó darme la oportunidad y con el tiempo, visualicé la ocasión de coadyuvar con la creación de una mediateca que complementara la tarea de los proyectos citados. El 1° Octubre de 2004 se inauguró la Mediateca y Archivo Oral. Su tarea consistía en ser el repositorio de la memoria histórica multimedia del centro, es decir, de sus eventos relevantes dignos de recordación y que fueran grabados para su posterior transmisión. Contaba con soportes como: videocintas, cd´s y dvd´s. Asimismo, incluía cintas audiográficas, con lo que expandía su material y nombre de "archivo oral". En el curso de su corta vida hasta diciembre de ése año, operó un total de 152 registros con base en un banco de datos del programa file maker. Los contenidos que este acervo manejó fueron: seminarios, conferencias, congresos, cursos diversos encaminados a reforzar el proceso de enseñanza-aprendizaje y que servían para transmitir los conocimientos de instituciones externas, internas e interdepartamentales del CIECAS. Tuvo una atención a la demanda de 6 requisiciones, por parte de los alumnos de maestría de Metodología de la Ciencia, con la exposición de clases de la materia “historia de la ciencia”, ya que la razón de ser de la mediateca fue el uso que los alumnos de maestrías y personal docente hacían de esta sala, la cual, se retroalimentó con el material que consultaban y que producían gracias al plan de estudios que les exigía sus materias, con lo que se podría formar una serie especializada en las 2 maestrías que les diera seguimiento. En proceso de transferencia a este reservorio quedaron los acervos de: área de tecnologías de la información y comunicación (TIC), la cual conformaría la videoteca y mediateca del nuevo telecentro CIECAS, con el que alimentaría su carta de programación de radio y TV y conservaría los programas que produjera; la biblioteca de la mujer del siglo XXI donde se dispondría de las imágenes que han constituido los ciclos de conferencias de la semana de la mujer así como las presentaciones de libros de reconocidas escritoras y periodistas que abrazan la literatura de género. Y finalmente, el Seminario de Interciencia, importante colección audiovisual que testificó la diversidad del arte y cultura que se vive en el CIECAS. Paralelamente, dí apertura a un proyecto de difusión de la ciencia, donde incluí la transmisión de entrevistas con los investigadores en Radio UNAM y que la mediateca conservaría para la posteridad, esto hasta agosto del 2005.
Estaba en vías de dárseme el nombramiento de vocal titular del CIECAS ante el Comité Técnico de Normalización Nacional de Documentación (COTENNDOC) y su Subcomité de Normalización de Acervos Videográficos, donde podríamos relacionarnos con las televisoras y radiodifusoras estatales, amén de los Canales 11 y 22, ILCE y otros medios y organismos internacionales, cuando cambió la administración y por más razonamientos que antepuse, se argumentó que por mi perfil profesional, se me retornaría al Departamento de Publicaciones, como correctora de estilo.
Aquí, mi objetivo personal de comunicación no se cumplió, pues se interrumpió justo cuando estaba a punto de demostrar fehacientemente las bondades del proyecto, pero la insensibilidad de las nuevas autoridades aunadas a las necesidades del servicio, hicieron que me disciplinara y frustrara el potencial de su fuerza comunicativa y pedagógica.

CASO 8: LOS PANQUECITOS DEL AGRADECIMIENTO (CIRCULARIDAD DEL PROCESO COMUNICATIVO).
Desde hace tiempo estaba agradecida por las atenciones que eventualmente y con motivo de alguna festividad (como el Día del Maestro, Día del Amor y la Amistad, etcétera) nos tenía el director del CIECAS y su esposa, cuando sentí la necesidad de hacérselos saber. Por lo que al comentarles a mis compañeras que les compraría unos panecillos árabes, me dijeron que no había necesidad, pues si nos agasajaban lo hacían con dinero del presupuesto, a lo que contesté que aunque así fuera, lo realizaban de modo voluntario y que nadie los obligaba a ello. Así que compré los panes y le anexé una tarjeta expresándoles mi gratitud. De pronto, Paty (diseñadora y sobrina del director), leyó la nota y se conmovió al igual que Xóchitl (periodista y correctora), pues ambas reconocieron que el Doctor Sánchez les había contratado en su gestión y nunca le dieron una demostración de agradecimiento por ese hecho. Razón por la cual empezamos a comentar la importancia del dar las gracias. ¡Gracias!, como el que no le dio Paty a su hermana, cuando se fue a Francia a estudiar y le dejó su auto para que no caminara sola por las calles y se expusiera a peligros; ¡Gracias!, porque Xóchitl fue recomendada por su tía, obtuvo un empleo con su respectivo salario y un puesto con más jerarquía al que su nivel de pasante alcanzaba. ¡Y Gracias!, como el que caí en la cuenta que no le dí de manera amplia y subrayada a Víctor, mi hermano, que suspendió su consulta dental particular y en el Centro de Especialidades Dentales, para llevarme a atender mi salud, operación y postoperación recientes. Entendí a la hora de hacer la reflexión con mis amigas que, al menos en mi caso, doy por sentado que cuento con mi familia pero, tener su apoyo directo y vivenciarlo como él me respaldó con su acción, en las idas y venidas al consultorio, me hizo conmover, llenándome de emoción y mucha ternura por él, pues nunca me demostró su angustia por el resultado del diagnóstico preliminar, por el contrario, me animó a operarme.
En conclusión, mi objetivo personal de comunicación inicial se cumplió al dirigirse a su objetivo correcto pero tuvo un efecto circular (bumerang) que se proyectó aún más allá de la primera intencionalidad, pues hizo caer en la conscientización de la trascendencia del acto de agradecer, primero a mis amigas y luego a mí, cayendo todas en insight.

CASO 9: ADIÓS A LA PRIMERA INFANCIA.
Tendría alrededor de 5 o 6 años cuando recuerdo muy nítidamente que una tarde junté a mis muñecos preferidos para jugarlos. Los recargué en mi cama y platiqué con ellos sobre la gran diversión que me proporcionaron y que siempre los recordaría. Mi consentida era una felina de peluche gris claro, con ojitos verdes y hociquito rosa, que me trajo Santa Claus en una navidad allá en Reynosa, Tamaulipas. Sentí una gran nostalgia y quise guardar ese momento en la memoria pues presentí que aquél tiempo hermoso de vida inocente, sin ninguna prisa y completa libertad estaba llegando a un relativo fin. En esa semi consciencia pueril, dí por sentado que vendrían otras etapas y que era menester dejar aquella, por eso necesitaba dejar a mis amigos de juguete, que después sabría, eran más que objetos transaccionales, pues fueron mi primer vínculo relacional para aprender a convivir y adquirir modelos de conducta sociales aceptados y conocer los distintos valores morales y afectivos. Así que mi despedida fue breve pero no por ello menos sentida. Después, seguí jugando con ellos, pero en retrospectiva, siempre me llamó la atención mi propia actitud de ése momento.
En este caso, mi objetivo personal de comunicación se cumplió, aunque de manera poco clara en aquélla época, pues tal vez, de algún modo, cerré una etapa ó un círculo existencial, para dar paso a otros con diferentes procesos de aprendizaje, a veces, no siempre felices.

CASO 10: MÁS QUE LOS VIOLINES DE VILLA FONTAINE.
Al ingresar en aquél empleo que me introdujo un reportaje que escribí, conocí a Sara, joven comunicóloga – con especialidad en TV – que tenía un año más de antigüedad que yo en el trabajo. Desde un principio traté de buscar su amistad dada la afinidad de la carrera pero, Sara siempre marcó una distancia que con el tiempo se hizo más grande. Después comprendí que siempre temió ser desplazada por mí en algún cargo que le dieran y aunque yo nunca me mostré en confrontación por eso, ella siempre nos ponía en posición competitiva. En varias ocasiones remarcó esta conducta y el colmo de todo fue un día que en la oficina de nuestro jefe, valiéndose que estuviera hablando por teléfono y nos daba la espalda, aprovechó el momento y dirigiéndose a mí de frente, me hizo la seña de violines. Su repentino ademán no tuvo una respuesta inmediata de mi parte, ya que el estupor me dejó paralizada. Sin embargo, me percaté que mi no agresión la desconcertó a la vez, por lo que me le quedé viendo fijamente, sin darle valor a su “provocación” no verbal, pues al no haber connotación de mi parte, restaba importancia a su intencionalidad ofensiva al no retroalimentarla. En eso, ví que de una imagen violenta sin razón, pasó a una ridícula expresión donde poco a poco y sin sentido, se quedó observándome “descubierta” por ella misma bajo su propia vergüenza, y se puso a rascar las aletas de la nariz, donde su supuesta comezón le obligaba a hacerlo de tan incómoda forma. Yo sólo sonreí para mis adentros, al ver que en un solo acto, pasó de victimaria a víctima de su propia tontería.

La lección que esta experiencia me dejó, es que mi objetivo personal de comunicación se cumplió, aunque de manera indirecta y fortuita primero y consciente después, y aunque nunca respondí en forma ofensiva a Sara, con el tiempo ella dejó de sentirse insegura de sí misma y comenzó a valorar que podíamos hacer más cosas a favor juntas que desunidas. Sin embargo, reconoció posteriormente que fui una “buena compañera” laboral. Por mi parte, la traté con amabilidad pero cuando tomaba esa actitud me mostraba indiferente y sí la llegué a confrontar al decirle cuál era su problema. Hecho que fue suficiente para desistir de su actitud.


CONCLUSIÓN:

Finalmente, al hacer este ejercicio bajo el recuento de estas anécdotas personales, hago el balance de que en su mayoría saqué no sólo una moraleja o aprendizaje de ellas, pues también afloró en mi consciencia el rico potencial que tenemos al saber comprender mejor las motivaciones que en cada ser existen de manera exógena o endógenamente. Dichos objetivos de comunicación personal me han sido de gran utilidad para tratar de pulir mejor mis herramientas y recursos que comunicadora puedo aprovechar para tender vínculos más cercanos con los otros perceptores, que a fin de cuentas, es lo que más me interesa. Y en los casos en qué fallé, analizar las causas para no repetir la experiencia. De hecho, como dije en líneas más arriba: todos somos un proceso en constante evolución y no un producto acabado, por lo cual, puedo observar a los otros y a mí misma bajo una nueva mirada y flexibilizar más mi opinión al respecto de todo y no caer en descalificaciones ni prejuicios a priori.
[1] Se reporta que el 70% de las afectadas solicitan su cambio de trabajo, el 25% renuncia y el 5% restante son muertas a manos de sus agresoras. De acuerdo a las investigaciones realizadas en EU, este fenómeno va en aumento en ése país, el cual es el único que tiene estadísticas al respecto.

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